UNA MAÑANA DE ENERO
Durante una mañana de principios de enero, concretamente la del día 03, estuve dudando acerca de dónde poder ir a sacar fotos. Tenía claro que quería dedicar la mañana a fotografiar paisajes, tenía intención de desplazarme en coche, no quería repetir pueblos o lugares que ya tengo muy exprimidos, en conclusión, no sabía a donde ir.
Ya con el coche en marcha, me vino la idea de acercarme al pueblo de Leitza. No era la primera vez que iba pero lo recordaba tan bonito, que me pareció una buena idea de hacerle una nueva visitilla.
A demás, todavía era pronto y el paisaje mañanero de aquel lugar tenía que ser precioso.
El pequeño viaje se me pasó enseguida, aproximadamente fueron unos 35-40 minutos de coche para llegar hasta la entrada del pueblo.
Hacía un día precioso, estaba el cielo totalmente despejado, todavía el sol no brillaba con toda su intensidad y el frío de aquella mañana de enero se hacía notar (1 grado de temperatura).
Serían las 10:30h más o menos cuando, tras aparcar, comencé el paseo por Leitza, fotografiando todas aquellas calles, casas, caseríos, fachadas, montes, animales y flores que iba viendo.
Había calles estrechas, señores y señoras del pueblo paseando y haciendo sus recados, una amplia plaza con el ayuntamiento (con el Olentzero asomado en su balcón), el frontón y un mural donde aparecían pintad@s tod@s aquell@s deportistas que han salido del pueblo. También había casas protegidas de los malos espíritus con la eguzkilore colocada en la puerta, antiguas fachadas de piedra y madera, chimeneas de baserris (caseríos) de las que emanaba el humo de la leña quemada y un pórtico de la iglesia del que se podía disfrutar de las maravillosas vistas que ofrecía el pueblo y la naturaleza que lo rodea.
Fue una hora aproximadamente la que pase en Leitza, pero si os digo la verdad, me encantó, disfruté sacando fotos y desde luego no dudo en volver más adelante para disfrutar de otro paseo por sus calles.
Unai Alberdi Alonso
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