HISTORIA: TROPA DE RATAS
Con el tercer disparo de cañón realizado por el Navío
Vizcaya, los niños se taparon los oídos temiendo a una cuarta descarga, la
procesión del Corpus Cristi comenzó a desfilar, el corazón del Almirante se
paralizó y las ratas se quedaron, misteriosamente, petrificadas para siempre.
En la batalla de hoy también, al igual que en todas las
demás, la manada de ratas había dejado el barco, a través de unos estrechos
pasillos que ellas mismas habían construido en la bodega y se disponían a
realizar su tarea encomendada. Mordían a todo aquel soldado considerado
adversario. Gracias a su ligero y pequeño cuerpo, lograban no ser vistas por
los soldados, colarse a través de sus ropajes e hincar sus dientes, provocando
un fuerte pinchazo al enemigo. Muchos de los contrincantes del Almirante
Oquendo abandonaban el escenario de batalla, queriendo evitar así que uno de
sus animalillos le proporcionase un mordisco.
Se calcula
que fueron más de cien terribles batallas de las que el Almirante gallego,
junto a su temible tropa de ratas, pudieron salir victoriosos- contaba el
abuelo una y otra vez la historia ante la atenta y amplia mirada de sus nietos.
1 de junio de 1640.
Mi
cuerpo no está preparado para otra guerra más. Los brazos ya han gastado toda
la fuerza de la que disponían, las piernas, temblorosas, no aguantan al cuerpo
y yo me encuentro sumamente débil. Desearía llegar a mi tierra en no más de dos
o tres días de navegación. Firmado: Antonio de Oquendo.
La Coruña, 5 de junio de 1640.
Con el tercer disparo de
cañón realizado por el Navío Vizcaya, los niños se taparon os oídos temiendo a
una cuarta descarga, la procesión del Corpus Cristi comenzó a desfilar, el
corazón del Almirante se paralizó y las ratas se quedaron, misteriosamente,
petrificadas para siempre.
UNAI ALBERDI
UNAI ALBERDI
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