ENTRE VOLUNTARIOS

Todos iguales
Entre amigos, conocidos, en este caso entre voluntarios, surgen de la nada las conversaciones más productivas, motivadoras e interesantes que, de ninguna otra manera podrían darse con la fluidez que nacen cuando no son programadas.


Ya se estaban acercando las doce y media del medio día del sábado cuando el equipo formado por cinco voluntarios/as estábamos recogiendo el material que se había utilizado para hacer los bocadillos y las meriendas que a la una en punto se repartirían a todos los usuarios que se acercasen. Los temas que a lo largo de la mañana se habían discutido habían sido varios: futbol, políticas, a votar el 25 de noviembre, los nietos, la falta de trabajo de hoy en día... hasta que en un momento dado, sin que nadie sepa todavía cómo, salto la temática: ...si al final todos somos iguales...

Nos pensamos que la vida de los demás es perfecta, tienen lo que hay que tener para ser felices y lo son. o no tienen lo que hay que tener, pero igualmente son felices. Sin embargo nosotros no, tengamos o no tengamos lo que hay que tener nos pensamos que llevamos una vida llena de sufrimiento, imperceptible para los demás. Sin embargo, cuando hablamos más de diez minutos con las personas que nos rodean nos encontramos con individuos que han superado un cáncer o se encuentran en plena lucha, familias que han sufrido una separación dolorosa, personas que han sido despedidas de su trabajo a los más de cincuenta años... y sin embargo, al igual que nosotros están ese sábado de voluntarios en Caritas mostrando su mejor cara.

Esa felicidad que las películas o los libros de autoayuda nos reflejan no existe. A estas alturas ya no me creo el cuento de la vida feliz y perfecta desde que me levanto hasta que me acuesto. Se me hace más creíble una vida en la que tiene tanto momentos buenos como malos, duros como durísimos, agradables como ilusionantes, bonitos como tiernos, que hay que saber aceptar, vivirlos, aprender de los mismos y seguir adelante.

A pesar de que a primera vista pueda parecer una temática simple y  poco innovadora, si no es por casualidad nunca surge. No es un tema del que hablemos en nuestro ámbito de trabajo, ni después de una comida familiar y menos al llegar del gimnasio. Sin embargo cuando no es programada, ni los contertulios son profesionales del ámbito, ni hay tiempos establecidos, ni guiones, ni correctores ortográficos, surge de lo más profundo de cada uno.

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