De la discapacidad a la capacidad

  ¿Por qué mantenemos la errónea, incorrecta y destructiva idea de que una persona, con algún tipo de discapacidad, no es apta para ser contratada en un empleo?


Hoy en día, por suerte, cada vez son más las personas con discapacidad que consiguen obtener un puesto de trabajo que les permita crecer como personas, desarrollar habilidades sociales, relacionarse con los demás compañeros de trabajo, formar y mantener una rutina y, como no, obtener un sueldo al mes con el que poder vivir y disfrutar del ocio.




La pregunta que nos debemos de plantear, todos y cada uno de los individuos, es la siguiente:  
¿qué es una persona con discapacidad?



Una persona con discapacidad es cualquiera y cada uno de nosotros. Lejos de la idea que se ha mantenido a lo largo de los años: personas inútiles, incapaces, vagas... una persona con discapacidad es una persona que, para poder realizar una o varias tareas determinadas, necesita apoyos. Entonces, ¿quién no necesita apoyos para realizar una o varias determinadas tareas? la respuesta es fácil: TODOS.

Hay personas que necesitarán una herramienta de apoyo, como gafas, para ver mejor y poder impartir clase en un colegio, otros necesitaran una silla adaptada para poder realizar su labor en la fábrica y otros necesitarán que el horario de trabajo se flexibilice para poder atender sus necesidades. Pero, al fin y al cabo, todos somos individuos que necesitamos apoyos que nos ayuden a poder cubrir y vencer las necesidades que tenemos. 



Cuando nos informan que nuestro compañero de trabajo en la empresa va a ser una persona con discapacidad, lo deberíamos de asumir con naturalidad si tenemos bien interiorizada en nosotros la idea de que todos domos individuos con algún tipo de discapacidad. Deberíamos deshacer todos y cada uno de los prejuicios y estereotipos que mantenemos acerca de determinados colectivos, ya que estas erróneas ideas no nos dejarán poder disfrutar y compartir conocimiento mutuo con el mismo compañero. 



En el ámbito laboral, se dan situaciones también en las que los compañeros de trabajo infantilizan, en muchas ocasiones, a la persona con discapacidad que trabaja con ellos. Generalmente, es habitual observar cómo los compañeros tratan como a un niño a un individuo con discapacidad intelectual que trabaja con ellos. ERROR que debemos de darnos cuenta que todos cometemos y que debemos de superarlo. Una persona con una discapacidad como retraso mental, no es un niño toda la vida. Por ello debemos de dejarnos de tratarle como tal. Es un adulto, por lo que se merece que lo tratemos por lo que es. En algunas ocasiones tendremos que explicarle las labores de otra manera, más de una vez y de forma comprensible, pero ¿eso hace que tengamos que dirigirnos a él como a un chaval?, ¿quién no necesita que en algunos ámbitos le tengan que explicar las cosas más de cien veces y de forma clara? y ¿por eso dejamos de ser adultos y tenemos que ser tratados como niños? 



Para finalizar me gustaría recalcar cómo, la mayoría de los individuos que pertenecen a un colectivo de personas con algún tipo de discapacidad, reconocen cómo a lo largo de su vida solamente se les ha reconocido todo aquello que NO PODIAN HACER. Ya es hora de dejar de fijarnos tanto en las DIScapacidades que todas las personas tenemos y comenzar a valorar las múltiples CAPACIDADES de las que disponemos y debemos sentirnos orgullosos de las mismas.  

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